Visca el Carrer! La transformación de la movilidad y del espacio público

Fecha: 2017/2018
Entidad promotora: EMT de Valencia
Responsables de gea21: Begoña Pernas Riaño y Marta Román Rivas

Exposición sobre transformaciones y cambios en el espacio público

La calle es el escenario principal de nuestra vida pública. Cuando las calles de las ciudades se empobrecen, se vuelven inseguras o lo que es peor, aburridas, nuestra vida pública retrocede. Entonces los intereses privados y las vidas privadas toman el mando y avanzan por el espacio urbano, en forma de bloques autistas, de inversiones, de vacíos, de atascos, de cámaras de seguridad, haciendo más difícil encontrar soluciones compartidas a los problemas. ¿Qué hace que la calle viva? Personas con intereses diversos y aún antagónicos que tienen que convivir y compartir un mismo espacio no segregado: niños y niñas, residentes, comerciantes, turistas, modos de transporte, formas de vivir y de ganarse la vida, ricos y pobres, jóvenes y viejos. Usos variados y superpuestos de forma lo bastante densa como para que la ciudadanía se encuentre y reconozca, para que las personas tengan la oportunidad y la obligación de ver con sus ojos qué es una sociedad. Por eso, un espacio público vivo es siempre conflictivo y plantea incesantemente a la ciudadanía los dilemas de la vida en común.

Las calles están siempre en transformación. La exposición recorre estos cambios, mostrando las características de cada década, y sobre todo la relación entre lo social y lo urbano, entre la forma de construir y habitar ciudades y la identidad de los ciudadanos: pueblo, masa, familias, consumidores, individuos, tribus o transeúntes, el sujeto de la ciudad es inseparable de lo que pasa en la calle y de cómo la calle se comporta y lo transforma.

Pero además, las administraciones intervienen en el espacio público: para mantener sus funciones básicas, pero también para abrir paso a la incontenible presión del cambio social o para moderar, frenar o mitigar los efectos que amenazan su supervivencia. La forma de diseñar ciudades, o de regular el uso del espacio que compartimos, de establecer modos de transporte o movilidad, determina qué tipo de calle (y por lo tanto de sociedad) se propone a la ciudadanía. Cuando un barrio reacciona ante las intervenciones, es porque está vivo y tiene sus propios intereses. De esos choques han nacido mejoras y problemas mayores, según se haya gestionado el conflicto y la participación.

La exposición plantea un nuevo dilema: el urbanismo ha sido una herramienta de disciplina espacial en la sociedad de masas y ahora está en crisis porque no logra disciplinar los intensos flujos de capital que circulan y sus rápidos efectos. Sólo nuevas alianzas entre el poder público, la sociedad civil, los movimientos sociales, los empresarios y comerciantes, pueden resistir y acotar estos efectos, sabiendo que la calle puede vivir y puede morir. Otra vez toca construir la esfera pública, entre las redes virtuales y el hambre de sentido y de contacto de las personas.