Aguantar el paso

por Marcos Montes

Aguantar el paso caminando delante de un coche no es fácil. Aguantar conduciendo detrás de un viandante parece imposible.

Si damos esta premisa por válida, la señal S-28¹ del Reglamento General de Circulación tiene poco sentido. ¿Qué significa entonces la prioridad peatonal, incluido el juego, que establece esa señal?

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Aspecto de la señal S-28 del Reglamento General de Circulación

Es cierto que esta regulación de calle residencial, la que ofrece mayor prioridad a los peatones en el estado español, carece de un diseño del espacio público asociado. No lo encontrarán en ningún reglamento ni manual, aunque es cierto que en paralelo los técnicos venimos trabajando en nuevos diseños del espacio público que podrían asociarse a este tipo de regulaciones. Fundamentalmente, se trata de diseños del espacio público que buscan apartarse de la configuración tradicional de la calle en bandas segregadas, lo que comúnmente llamamos aceras y calzada.  Se trata de diseños urbanos que pretenden devolver al viandante, y al resto de usuarios de la vía pública, el protagonismo que acapara el coche desde que apareció en nuestras ciudades. No olvidemos que, por una pura cuestión funcional, los vehículos ocupan una posición central en la calle, lo que les otorga de partida un protagonismo máximo. Esta presencia dominante que tiene el coche en el espacio público altera completamente el funcionamiento de dicho espacio, de manera que el diseño de la calle se adapta a las necesidades de circular en coche y el resto de los usuarios se someten a su presencia. Por lo tanto, para revertir la situación será necesario trabajar sobre el diseño del espacio público, pero también sobre los comportamientos de sus usuarios, principalmente el de los conductores. Es en este último aspecto, en el cambio de comportamiento, donde menos se ha incidido desde las políticas públicas y donde es más necesaria su actuación.

Cambiar el diseño y el comportamiento

El cambio de diseño en los espacios públicos, como se ha apuntado, ya se está produciendo y no es extraño escuchar, incluso fuera del ámbito técnico de la movilidad urbana y del espacio público, conceptos como plataforma única, espacio compartido o de coexistencia, o áreas de prioridad peatonal. Se diluye la calzada para que el espacio reservado al desplazamiento de vehículos (motorizados o no) pierda protagonismo. De momento, los resultados son dispares, entre otras cosas porque no ha habido un trabajo concienzudo hasta la fecha desde las instituciones públicas, que son las que tienen las competencias para actuar sobre el espacio público. Sin embargo, se puede reconocer que, mejor o peor, el resultado de estas actuaciones es efectivo y, además, lleva asociados otros beneficios como la reducción de las barreras arquitectónicas, algo que agradecen especialmente las personas con movilidad reducida. Por otro lado, su aplicación no está exenta de conflictos y pone de manifiesto la enorme complejidad del espacio público y las dificultades que esto genera a los diseñadores a la hora de reformularlo. Por ejemplo, si para las personas con movilidad reducida la eliminación de resaltos y diferencias de cota es una ventaja, para las personas ciegas o con déficit visual es un problema, ya que pierden las referencias que les han servido de guía hasta ahora, lo que puede suponer un enorme cambio de contexto para ellos. Además, esta manera de intervenir en el espacio público tiene un marco de aplicación limitado, ya que no sirven para cualquier calle. Su eficacia depende de la configuración espacial y del contexto, aunque sus principios, los que buscan cambiar la percepción que tenemos del espacio por el que nos desplazamos, sí se puede trasladar a otros diseños más convencionales, de acera y calzada. Por ejemplo, aplicándose en intersecciones y cruces, como explicamos en el apartado “Conceptos clave en el diseño del espacio público peatonal y ciclista” de la publicación Denontzako Kaleak², elaborada por Gea21 para el Ayuntamiento de Legazpi y el IHOBE.

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Ejemplo de paso peatonal sobre elevado (izquierda) y acera continua (derecha) extraído de “DENONTZAKO KALEAK. GUÍA PARA ACTUACIONES DE MEJORA PEATONAL Y CICLISTA NOVEDOSAS Y/O DE COSTE REDUCIDO”

No hay que olvidar que incluso en contextos favorables a soluciones espaciales que favorecen la prioridad peatonal, el diseño del espacio no es suficiente por sí mismo, siendo imprescindible que este vaya acompañado de cambios en los comportamientos. El trabajo que realizamos en 2018 para el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón nos enseñó mucho a este respecto. A partir de una demanda de la Asociación de Vecinos de la Colonia de Los Ángeles, el ayuntamiento nos encargó un estudio para evaluar el potencial del espacio público de la colonia y las posibilidades de resolver adecuadamente la movilidad peatonal, evitando la tala indiscriminada del arbolado de gran porte existente en las aceras que las hace intransitables. Este trabajo nos llevó a la conclusión de que en calles de hasta 8 m de anchura no es posible garantizar itinerarios peatonales accesibles sin hacer uso de la banda de circulación de vehículos.

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Esquema de la alternativa de re-urbanización completa del “Estudio para la mejora medioambiental de la Colonia los Ángeles (Pozuelo de Alarcón)”

Si el itinerario peatonal accesible requiere del uso de la banda de circulación, entonces la calidad peatonal (especialmente de los colectivos vulnerables) solo se puede lograr completamente contando con un comportamiento respetuoso entre los distintos usuarios y, especialmente de los conductores con los viandantes, interiorizando la premisa de prioridad.

Vencer el miedo

Cambiar el comportamiento es mucho más difícil que cambiar el diseño. Cambiar el comportamiento supone revertir conductas consolidadas durante años al amparo de una política de privilegios hacia el uso del coche. Cambiar conductas que se han convertido en creencias (ver los mitos de Màrius Navazo en esta misma web) y que en la mayoría de los casos se sostienen en el miedo. En primer lugar, el miedo a ser atropellado, pero también el miedo a los accidentes, el miedo a los atascos, a las retenciones; el miedo a las protestas ciudadanas si se reducen los privilegios del coche, aunque sea para garantizar los derechos de una mayoría. A mi juicio, es la cultura del miedo al coche, combinada con el convencimiento de que es imprescindible, lo que lo convierte en intocable.

Aguantar el paso delante de un coche no es fácil. Aguantar conduciendo detrás de un viandante parece imposible, pero no lo es. Es aquí, además de en el diseño del espacio público, donde hay que poner los mayores esfuerzos, trabajando en una educación de la movilidad basada en el respeto hacia la movilidad activa y sostenible, en una nueva cultura de la movilidad que de forma efectiva reconozca el papel secundario que el coche debe jugar en nuestras ciudades, ciudades de personas. Esto, para no quedarnos en planteamientos genéricos, se podría lograr, entre otras maneras:

  • Transformando la educación vial que actualmente se imparte a las niñas y niños, en una formación que enseñe y refuerce los valores de los modos activos y la importancia del espacio público como espacio de relación y esparcimiento, por encima de su función circulatoria.
  • Acompañando las necesarias medidas de restricción al uso del coche (áreas de prioridad peatonal, áreas de bajas emisiones, zonas peatonales, etc.), lo que ya de por sí tiene un efecto ejemplarizante al mostrar que el coche no es intocable, con campañas de concienciación que reconozcan públicamente la valía de los modos activos, contribuyendo a que viandantes y ciclistas sean un referente positivo para la sociedad.

En definitiva, es necesario interiorizar, como ciudadano (lo que lógicamente incluye a técnicos y a políticos), que el coche es un invitado en nuestras ciudades.

Mientras llega el cambio, algunos aguantaremos el paso.

 1) El Reglamento General de Circulación, aprobado por el Real Decreto 1428/2003, de 21 de noviembre, en su artículo 159 sobre Señales de indicaciones generales, define la señal S-28 de la siguiente manera: “S-28. Calle residencial. Indica las zonas de circulación especialmente acondicionadas que están destinadas en primer lugar a los peatones y en las que se aplican las normas especiales de circulación siguientes: la velocidad máxima de los vehículos está fijada en 20 kilómetros por hora y los conductores deben conceder prioridad a los peatones. Los vehículos no pueden estacionarse más que en los lugares designados por señales o por marcas. Los peatones pueden utilizar toda la zona de circulación. Los juegos y los deportes están autorizados en ella. Los peatones no deben estorbar inútilmente a los conductores de vehículos.”

2) DENONTZAKO KALEAK. GUÍA PARA ACTUACIONES DE MEJORA PEATONAL Y CICLISTA NOVEDOSAS Y/O DE COSTE REDUCIDO, fue editada en 2016 por Ihobe, Sociedad Pública de Gestión Ambiental. Secretaría Técnica de la Red Vasca de Municipios Vascos hacia la Sostenibilidad (Udalsarea21) a iniciativa del Ayuntamiento de Legazpi (Gipuzkoa)

3) 10 mitos sobre movilidad urbana. Màrius Navazo. Blog La Ciudad Viva, 2014-2015
Mito 1: el derecho a ir en coche
Mito 2: el derecho a aparcar
Mito 3: el coche es el más rápido
Mito 4: las nuevas tecnologías son la solución
Mito 5: prohibir los coches es la solución
Mito 6: no hay más demanda para los modos sostenibles
Mito 7: los estándares de aparcamiento y de congestión vial
Mito 8: tarificar el uso del coche acentúa las desigualdades sociales
Mito 9: la movilidad es una cuestión eminentemente técnica
Mito 10: se necesitan grandes inversiones para el cambio de modelo