Los PMUS no son la solución
(Breve elogio de los planes de movilidad)
por Miguel Mateos
Los Planes de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) son el marco idóneo para afrontar la problemática de la movilidad en las ciudades, según se señala desde la gran mayoría de administraciones públicas, entre ellas la Unión Europea, que viene insistiendo en ello desde comienzos de siglo, cada vez con mayor énfasis.
En España los PMUS son bien conocidos. Cuando desde las instituciones europeas se comienza a recomendar su aplicación en el marco de la iniciativa CIVITAS (en torno al año 2002), algunos municipios españoles ya tienen el suyo en marcha (por ejemplo, Terrassa). Cuando, en el marco de su Estrategia Temática para el Medio Ambiente Urbano (2006), la UE “exhorta vivamente a las administraciones locales a desarrollar y poner en práctica planes de transporte urbano sostenible”, el Gobierno de España, a través del IDAE, ya ha publicado una guía metodológica sobre PMUS y ha dado inicio a los sucesivos programas de financiación para este tipo de planes en el marco de la estrategia E4.
Guía para la elaboración e implantación de PMUS del IDAE.
A día de hoy, aun cuando no existen cifras oficiales, las estimaciones provenientes de organismos oficiales y colectivos que han intentado ahondar en la materia, hablan de un panorama en el que la casi totalidad de municipios españoles de más de 50.000 habitantes y un número importante de municipios de menor tamaño, cuentan con un PMUS.
Son, por tanto, más de tres lustros de aplicación de “actuaciones que tienen como objetivo la implantación de formas de desplazamiento más sostenibles (caminar, bicicleta y transporte público)”, con el fin de compatibilizar “crecimiento económico, cohesión social y defensa del medio ambiente, garantizando, de esta forma, una mejor calidad de vida para los ciudadanos”, tal y como reza la propia definición de PMUS incluida en la mencionada guía del IDAE.
No queremos caer en el error de generalizar, pero una revisión del panorama en las urbes españolas, sin desdeñar los logros conseguidos, invita a pensar que los resultados obtenidos no son acordes al esfuerzo planificador descrito anteriormente. Y que la capacidad de transformación de los modelos de movilidad en nuestras ciudades ha sido más lento que la emergencia de nuevos retos a los que dar respuesta.
Llegados a este punto, la tentación de volver sobre la premisa con la que iniciamos esta reflexión, para desmontarla, es fuerte. Más aún cuando no resulta difícil encontrarse con responsables municipales que, con mayor o menor pesar, aseguran haberse visto forzados a confinar su PMUS en el ‘famoso’ cajón de la planificación.
Entre los reproches que se suelen hacer a los PMUS, uno de los más habituales es su falta de concreción a la hora de definir una estrategia de actuación y, por tanto, su inutilidad como ‘hoja de ruta’ para guiar la actuación municipal. Otra de las dificultades habituales, asociada a la falta de capacidad económica para abordar el abanico tan amplio de actuaciones que se prescribe, es que los PMUS raramente permiten identificar con claridad cuáles son las medidas prioritarias a las que dedicar los recursos disponibles.
Así pues, ¿y si llevamos casi 20 años insistiendo con una herramienta equivocada? ¿y si resulta que los PMUS no son la solución?
Son diversos los condicionantes y barreras para el desarrollo de los PMUS en España. Se han dedicado tesis doctorales a su análisis y explicación. Entre los más determinantes, la falta de un marco metodológico de referencia adecuado. A diferencia de lo ocurrido en el ámbito europeo, el concepto de PMUS en España apenas ha evolucionado en todo este tiempo. Desde su publicación en 2006, la guía del IDAE ha constituido la referencia fundamental para la elaboración de PMUS en España. Aún a día de hoy, que la Ley 2/2011 de Economía Sostenible condiciona la concesión de ayudas al transporte público a la disposición de un PMUS (art. 102, que entró en vigor en 2014), sigue siendo mayoritariamente usada.
Esta guía, el marco de referencia que proponía, supuso en su momento un importante avance respecto a los postulados imperantes de la ingeniería de tráfico. Ampliaba la perspectiva más allá de los vehículos y reconocía la necesidad de una nueva jerarquía modal. Pero lo hacía desde un enfoque muy sectorial, en el que las necesidades de cada modo de desplazamiento se abordan desde el correspondiente plan de actuación. Muchas veces con el automóvil particular, y sus objetivos de fluidez y garantía de aparcamiento, aún a la cabeza, dificultando las estrategias de integración modal y estimulo/disuasión reconocidas como las más adecuadas.
Lo hacía, además, haciendo más énfasis en el ‘qué hacer’ que en el ‘cómo hacer’ (especialmente en cuanto a los trabajos de análisis y diagnóstico), llegando incluso a ‘prescribir’ un modelo de Pliego de Prescripciones Técnicas, que nació a modo de ejemplo, pero que ha acabado convirtiéndose en la referencia con la que se han licitado la mayoría de PMUS en España. Y que sigue usándose a día de hoy, a pesar de que los objetivos de la planificación y su contexto han evolucionado notablemente.
Etapas de planificación de la movilidad, según el proyecto europeo CREATE.
Una mirada al ámbito europeo permite recobrar la confianza en los PMUS como herramienta para afrontar la problemática de la movilidad en las ciudades. No en vano, la UE ha mantenido a lo largo de los últimos años un trabajo continuado de profundización y mejora del conocimiento en torno a los PMUS. Proceso que ha culminado con la reciente actualización de su guía metodológica, tan solo cinco años después de su publicación en 2014. Además de la publicación de una panoplia de documentos complementarios sobre aspectos claves del proceso metodológico de los PMUS y otros elementos innovadores que se integran o se relacionan con ellos.
El marco de referencia propuesto por la UE difiere significativamente del propuesto por el IDAE, ya que explica los PMUS no tanto en término de ‘qué hacer’ sino de ‘cómo hacer’. En ese sentido, es importante destacar que se refiera a los PMUS como un plan “basado en prácticas de planificación existentes” y que tiene en cuenta, entre otros, el principio de integración. Quiere esto decir que los PMUS deben desarrollar una planificación complementaria y coordinada con otras políticas relacionadas (usos del suelo, servicios sociales, salud, educación, etc.), haciendo propios algunos de sus objetivos y determinaciones (y viceversa). Es, por tanto, un cometido fundamental de los PMUS, tanto o más importante que las medidas que contenga, rediseñar las estructuras administrativas y aplicar nuevas formas de gobernanza que garanticen la eficiente implicación y coordinación entre los diferentes departamentos municipales y con el resto de administraciones competentes.
Junto con el de integración, la UE construye su armazón metodológico para los PMUS sobre los principios de participación y evaluación. Participación que debe extenderse a lo largo de todo el proceso (toma de decisiones, definición de objetivos y elaboración de proyectos), dando voz a colectivos tradicionalmente poco representados (mujeres, niños y niñas, personas con discapacidad, mayores, etc.). Y acompañada de estrategias de sensibilización, formación y fomento de una movilidad sostenible que favorezcan el cambio cultural necesario para que aguantar el paso deje de ser un acto heroico. Seguimiento y evaluación, como parte de un proceso estructurado de aprendizaje y mejora que actualiza el PMUS de manera constante, lo que favorece el diseño de estrategias de actuación más ‘ligeras’ (con menos medidas, pero más enfocadas), progresivas y adaptables. Lo que convierte a los PMUS en una herramienta también útil para atravesar contextos inciertos y cambiantes, donde la atención a lo urgente no impida prepararse para los retos a largo plazo.
Porque el carácter estratégico y de largo plazo de los PMUS es otro rasgo esencial de estos planes, que altera el balance habitual, en el que el punto de partida es un diagnóstico enciclopédico de la situación actual (que consume gran parte de los esfuerzos y recursos), para situarlo en la elaboración de una visión de ciudad lo más consensuada posible y dedicar el grueso de los esfuerzos a trazar las líneas de trabajo duraderas que permitan materializarla.
Este planteamiento, no se nos escapa, es más exigente para los técnicos municipales. Porque no, los PMUS no son la solución, sino el proceso de búsqueda de la solución y el marco en el que se diseña y se sientan las bases de la estrategia para su consecución. Cuyo éxito, además, dependerá en gran medida de cómo se desarrollen otros planes (o normas), de diversos ámbitos administrativos y sectoriales.
Haciendo caso a la acertada representación en forma de ciclo que hace la UE del proceso de elaboración de un PMUS, la habitual etapa de asistencia técnica (de ser precisa), constituiría una primera vuelta (seguramente, ni siquiera completa) del ciclo en cuestión. Tras el cual, el proceso volvería a empezar (posiblemente no en su totalidad, seguramente no igual).
Ciclo del PMUS según la guía europea.
Aunque la responsabilidad y competencias están en el ámbito local, proyectos como CIVITAS-PROSPERITY (en el que ha participado GEA21 junto con la Diputación de Barcelona), han puesto de relieve el importante papel que pueden jugar las administraciones de mayor nivel (ya sean nacionales o regionales) en el desarrollo de los PMUS, mediante la puesta en marcha de programas integrales de apoyo a los mismos, entendidos como aquellos que incluyen varios de los siguientes elementos (si no todos): un marco normativo, apoyo financiero, recursos técnicos, programas de capacitación, intercambio de buenas prácticas y directrices para el seguimiento y evaluación.
Desde el Gobierno central se debería tomar buena nota y comenzar a dar forma al suyo, que ya llega con retraso, empezando por la actualización del marco metodológico de referencia y la actualización de su guía. Otras iniciativas, como la constitución de una red de PMUS en España para el intercambio de experiencias y conocimiento, así como la puesta en marcha de un programa de formación al respecto, no resultarían difíciles ni costosas y podrían ser de gran ayuda. La Fundación CONAMA mantiene activo un Grupo de Trabajo sobre PMUS al que se puede acudir para recabar más ideas.