CIUDADES SENSIBLES AL AGUA

por Ángela Lara y Leandro del Moral

Podemos afirmar que en este momento en nuestro contexto, se cuenta con sistemas modernos de gestión del ciclo urbano del agua que, en términos generales, permiten satisfacer los servicios de abastecimiento de agua y saneamiento. A su vez, se han ido produciendo avances tanto en la normativa de agua como en la territorial y urbanística que han tratado de hacer frente a las consecuencias de los procesos de expansión urbana acaecidos en las últimas décadas. De este modo, la gestión del agua en las ciudades se enfrenta hoy a nuevos retos que el contexto social y biofísico impone. Se hace necesario reducir los impactos sobre el medio a la vez que incrementar la calidad y garantía de los servicios, generar mayor resiliencia respecto a las incertidumbres ambientales y sociales, y democratizar las estructuras de gestión, incorporando visiones complejas y diversas en los procesos de planificación.

El modelo convencional en el que se basan mayoritariamente los actuales sistemas de agua urbana, basado en la centralización de las infraestructuras, en la fragmentación de los diferentes elementos del sistema y en el uso intensivo de energía, requiere de profundas modificaciones para ajustarse al actual contexto de cambio económico, social, tecnológico y climático-hidrológico. El alto consumo energético requerido y los impactos que genera sobre los ecosistemas acuáticos de los que dependemos –alteración de regímenes fluviales, depresión de acuíferos y deterioro de calidad entre otros– son algunas de las consecuencias propias de este modelo que cuestionan su sostenibilidad en el futuro.

Si bien existe en nuestro territorio una importante tradición de construcción de grandes infraestructuras basadas en los principios de la ingeniería clásica y en los modelos convencionales de gestión del agua y otros recursos, se han llevado a cabo en las últimas décadas importantes avances en la investigación y experimentación con soluciones descentralizadas y eco-integradoras, que han demostrado su efectividad y aplicabilidad en la resolución de problemas vinculados a la gestión del ciclo urbano del agua. Los planes para la disminución de la demanda de agua urbana, los sistemas no convencionales de depuración de aguas residuales, o más recientemente, los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS) son buenos ejemplos de este tipo de actuaciones.

Desde esta perspectiva surge el concepto de ciudades sensibles al agua, con el que se pretende transformar la visión tradicional del diseño urbano proponiendo su integración con la planificación hidrológica. Para la consecución de los objetivos de la ciudad sensible al agua, se debe desarrollar un nuevo enfoque del diseño urbano que integre espacios dedicados al agua y promueva la implantación de alternativas tecnológicas sostenibles, fortaleciendo así una nueva cultura del agua en el ámbito urbano que ponga en valor y proteja este recurso, de manera que esa transformación cultural llegue tanto a las instituciones como a la sociedad. Todo ello implicará enfrentar las limitaciones y barreras existentes a nivel socio-cultural, institucional, administrativo, educativo, técnico y financiero, para superar los arraigados paradigmas urbanos y de gestión del agua del siglo XX.

Se pretende así que las intervenciones que se realicen en el espacio urbano incorporen nuevos objetivos encaminados a la protección de los ecosistemas acuáticos y a la generación de nuevos recursos (aguas grises y pluviales), por medio de la transformación del diseño lineal de la gestión convencional del agua en un diseño circular. Nuevos objetivos orientados a la reducción del consumo de recursos hídricos y los costes energéticos asociados y, en definitiva, a mejorar la resiliencia del sistema gracias al incremento de la flexibilidad y adaptación a las condiciones del medio. Para ello se propone fomentar una perspectiva multidisciplinar, donde la intervención de un amplio espectro de profesionales permita la cooperación de distintas capacidades y saberes en el ámbito de la gestión participada, el diseño de infraestructuras y la arquitectura del paisaje.

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Naturalización de un estanque artificial en el Parque Tecnológico de Geolit (Meníjabar, Jaén).

Este enfoque, además de integrar todos los componentes del ciclo urbano del agua, considera el conjunto del sistema socio-hidrológico en el que este se inserta, haciendo énfasis en la necesidad de que todas las administraciones competentes e instituciones interesadas se coordinen para garantizar que esa integración se consiga. La participación efectiva de los diferentes actores sociales será la herramienta por medio de la cual complementar las visiones más técnicas y analíticas con el conocimiento contextualizado de las condiciones locales.

El reto actual es ir generando nuevas experiencias prácticas que permitan visibilizar las ventajas que representa esta perspectiva a la hora de afrontar algunos de los retos que las ciudades de nuestro entorno han de asumir en la actualidad, en relación a la sostenibilidad en la gestión de los recursos, la minimización de los costes energéticos, equidad social, mayor transparencia y participación en la gestión, nuevas demandas de calidad del espacio público y su valoración paisajística, así como la incertidumbre incorporada por el cambio climático.

Una vía de trabajo imprescindible es la creación de redes de colaboración entre la sociedad civil, los técnicos y las administraciones, como motor de cambio para la consecución de los objetivos de la ciudad sensible al agua. Estas redes contribuirán a que la transformación cultural necesaria llegue tanto a las instituciones como a la sociedad, y promueva la implantación de alternativas tecnológicas sostenibles. Será necesario desarrollar instrumentos técnicos y normativos adaptados a las particularidades de cada territorio, y apostar por avanzar en normativas que fomenten construcción de ciudades sensibles al agua.