Parece incuestionable que la mejor manera de reducir las emisiones (de todo tipo) consiste en reducir el número de coches (de todo tipo) en circulación. Sin embargo, corremos el riesgo que las conocidas como Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) dejen de lado este objetivo capital. De hecho, parece que la reducción del uso del coche y el trasvase modal hacia los modos más sostenibles aparezca como una política complementaria, como un telón de fondo difuminado, pero no como la punta de lanza de las políticas a ejecutar en las ZBE.

En realidad, no sólo sabemos que la reducción del uso del coche sería la mejor herramienta para reducir emisiones, sino que también sabemos que es el camino más eficaz para alcanzar un amplio conjunto de retos -que también tenemos encima de la mesa. Consecuentemente, si el concepto de ZBE que se vaya consolidando sólo incide sobre unos pocos retos contemporáneos (calidad del aire y gases de efecto invernadero), perderemos la oportunidad de entender las ZBE desde el prisma del cambio modal y sus múltiples beneficios (seguridad vial, reparto más equitativo del espacio de las calles, consumos energéticos, ruido, miedo en el uso de las calles, sedentarización, autonomía de las personas, reducción de los tiempos en congestiones viales, equidad en la accesibilidad a los bienes y servicios del territorio, etc.).

¡DESCUBRIENDO LA SOPA DE AJO!

En definitiva, las ZBE podrían ser una oportunidad perfecta para aplicar todo aquello que deberíamos estar implementando hace años para recortar el estatus quo del coche y que no hemos tenido el valor para ejecutar: estrategias combinadas de estímulo de los modos más sostenibles y disuasión del coche/moto. Estrategias combinadas de palo y zanahoria. Nada que técnicamente no sepamos y no hayamos ejecutado en un montón de lugares de manera puntual.

En este sentido, ¿no sería más interesante que las ZBE fueran ámbitos donde estas políticas de estímulo y disuasión fuesen ampliamente ejecutadas, dejando de ser meras actuaciones puntuales, parciales o aisladas?

Dos ejemplos de estas actuaciones puntuales que podrían extenderse profusamente en las ZBE, y en las que hemos participado desde gea21, se han ejecutado recientemente. Por una parte, el Ayuntamiento del Hospitalet de Llobregat ha ejecutado las transformaciones de los entornos escolares que diseñamos en 2021. En concreto, el año 2020 el Ayuntamiento implantó cambios en la regulación de las calles donde se ubican los centros escolares, prohibiendo o restringiendo la circulación motorizada. Ahora bien, con estas actuaciones exclusivas de señalización vertical los coches hacían caso omiso y seguían circulando por delante de las escuelas.

Por este motivo, el año 2021 el Ayuntamiento decidió avanzar en la transformación, ejecutando cambios en el paisaje urbano de estas calles a través de mobiliario urbano y pintura. De hecho, en distintas escuelas, el mobiliario urbano se ha dispuesto de manera que se imposibilita completamente el tráfico de paso, estableciéndose fondos de saco (desde la perspectiva del tráfico motorizado) y creándose calles-plaza (desde la perspectiva de las personas) delante de las escuelas. La creación de fondos de saco siempre levanta reticencias entre los servicios de limpieza, recogida de residuos o servicios de emergencia, por lo que en diversas ubicaciones se han eliminado finalmente los fondos de saco propuestos en el proyecto original. Pero en otros casos se ha conseguido mantener la idea inicial, pensada para potenciar al máximo el cambio de paradigma en nuestras calles.