EQUIPAMIENTOS VERSUS ESPACIO PÚBLICO
por Begoña Pernas
Cuando Marta Román y yo misma realizamos para el Ayuntamiento de Madrid la Guía “Ciudades igualitarias” sobre planeamiento y género 1 , apenas encontramos literatura crítica sobre equipamientos. Simplemente, su bondad se daba por hecho. En una sociedad de masas y en un imaginario socialdemócrata, distribuir dotaciones sectoriales más o menos estandarizadas en todos los barrios era incuestionable y no despertaba ningún dilema. Se correspondía con todos los aspectos que caracterizaban la acción pública del siglo XX: una sociedad legible con intereses agrupados por clase social, género y generación; una correspondencia entre necesidades sociales y dotaciones; un poder público con capacidad de estructurar u ordenar el territorio y de “redistribuir” los bienes urbanos; una ética incrementalista que partía de la idea de carencia y escasez para llenar y aportar riqueza a barrios y grupos sociales necesitados.
Por otra parte, nadie esperaba que los colegios, centros de mayores o polideportivos fueran lugares de sociabilidad o crearan lazos sociales. Lo hacían, sin duda, pero esta no era su función ni se diseñaban para ello. Para conocerse y charlar, para jugar y ligar, para organizarse o luchar, estaba la calle, los mercados, la iglesia, las plazas. En los años noventa y primeros dos mil, el espacio público fue el tema de moda: su naturaleza, sus disciplinas, su calidad, su gentrificación, su supervivencia, su muerte.
Quizás se escribió tanto sobre espacio público porque la calle, en su humildad, estaba desapareciendo. Los historiadores sabemos que cuando se habla mucho de un tema –de espacios públicos, de género o de trabajo- es porque esos conceptos están dejando de ser obvios y se encuentran en tensión o heridos de muerte. Lo que se vaciaba y perdía de la antigua vida callejera, las actividades diversas y espontáneas que eran la trama de la ciudad, tenía que irse a algún sitio. Los equipamientos empezaron a jugar el papel que antes cumplían las calles. El nuevo urbanismo fue el primero en provocarlo y observarlo: los desarrollos o PAUs, las zonas de unifamiliares, prescindían de la calle, pero los centros cívicos, bibliotecas, coles, adquirían un valor mucho mayor. No solo servían para cubrir una necesidad, sino que permitían a las vecinas encontrarse y charlar en barrios desnudos de vida callejera y comercial.
Vecinos/as y técnicos del Ayuntamiento en un curso sobre Equipamientos en el huerto vecinal del barrio de San Fermín.
En este momento, la situación descrita al principio se ha invertido. Los equipamientos se han puesto de moda. Son lugares privilegiados para la acción de las administraciones e incluso para la participación social. Son refugios climáticos, son huertos colectivos, son polos de las comunidades energéticas, son las nuevas plazas y las nuevas iglesias. Son nodos de una red que puede articular o revivir unos lazos sociales debilitados o inexistentes 2 .
Con su carácter concreto y visible, con su gestión todavía pública (aunque cada vez menos), con sus usuarios/as “cautivos”, los equipamientos permiten algún tipo de intervención política frente a la dificultad creciente de pensar y ejecutar políticas públicas y la debilidad de las herramientas clásicas del urbanismo, empezando por los planes generales de ordenación.
Se habla por ejemplo de renaturalizar los patios escolares y se propone abrirlos fuera de su horario para que acojan a más personas y ofrezcan más funciones y servicios. Aparecen en los equipamientos actividades nuevas y nuevos diseños, que quieren sostener y facilitar estas funciones, como si el alma de la ciudad buscara conde refugiarse. No es de extrañar el éxito del estudio de un sociólogo norteamericano, Klinenberg, sobre los “palacios del pueblo” 3 , las infraestructuras sociales que sostienen la resiliencia urbana ante las crisis y los riesgos.
Mientras apoyamos estos proyectos, que son una forma de resistencia de la vida cívica frente a la privatización completa de la ciudad, no podemos olvidar que el éxito de los equipamientos testifica la muerte de la calle.
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[1] https://www.gea21.com/archivo/pb-ciudades-igualitarias-guia-practica-de-urbanismo-y-genero/