El retorno de los jaywalkers
Una noticia reciente que seguramente sembrará la inquietud y la incomprensión en muchas personas de la administración responsable de la seguridad vial, conductores y el sector del automóvil: Nueva York despenaliza el jaywalking1. Jaywalking es un término peyorativo que al principio del siglo pasado se refería a personas que no se habían adaptado a la situación creada por la irrupción del automóvil y que se aplicaba, sobre todo, a las que seguían cruzando por las trayectorias más directas, sin atender a las nuevas reglas del tráfico. Conviene recordar que al principio del siglo pasado, antes de la entrada masiva del coche en las ciudades, las personas accedían a las calles sin mayor regulación y lo hacían de manera natural, porque siempre había sido así, pudiendo andar por la calzada y cruzarla en cualquier punto. La segregación de aceras y calzada, cuando existía, no implicaba prohibición alguna para quienes caminaban por la ciudad. Los primeros coches debían compartir el espacio con otras formas de movilidad, desde carros, tranvías, bicicletas y, sobre todo, con quienes se movían a pie o simplemente estaban. La aparición de los primeros automóviles en las ciudades creó un amplio rechazo social por el aumento de los siniestros, el ruido y la contaminación que generaban2. Las personas fallecidas eran en su mayoría peatones, no conductores, y se trataba desproporcionadamente de ancianos y niños, que antes gozaban de la libertad para jugar o simplemente estar en las calles. En algunas ciudades se hicieron monumentos en memoria de los niños muertos en siniestros de tráfico mientras los periódicos alertaban de la nueva plaga y responsabilizaban en general a los conductores. Antes de que se establecieran las normas de tráfico que hoy conocemos, los jueces generalmente dictaminaban que, en cualquier colisión, el vehículo más grande o más pesado era el culpable. En la mayoría de los atropellos mortales, los conductores fueron acusados de homicidio involuntario, independientemente de las circunstancias del accidente. Había movimientos y peticiones por parte de la ciudanía para limitar el uso del coche en la ciudad y su velocidad.
Ante este panorama, los fabricantes de automóviles, los concesionarios y los grupos interesados empezaron a presionar a la administración y a la clase política para redefinir legalmente el espacio público, de modo que fueran los peatones, en lugar de los automóviles, los que tuvieran restricciones a la hora de moverse y utilizar las calles.
La idea de que a los peatones no se les debería permitir caminar por donde quisieran se había implantado ya en 1912, cuando Kansas City aprobó la primera ordenanza que les exigía cruzar las calles por los cruces peatonales. Pero a mediados de los años 20, los grupos automovilísticos lanzaron campañas de presión para aprobar nuevas leyes del tráfico en todo el país3.
Un aspecto central de estas normas, que luego se replicaron en prácticamente todos los países industrializados, era la obligación de cruzar únicamente en los pasos peatonales establecidos, un aspecto que sigue estando vigente en muchos países.
Sin embargo, tras aprobarse estas leyes, los grupos de interés de la industria del automóvil se enfrentaron a otro problema: nadie seguía las reglas y la policía o los jueces rara vez las aplicaban. Para solucionarlo, los grupos de interés pro-coche adoptaron varias estrategias entre las que se encontraban los pagos a la prensa para cubrir con todos los detalles los siniestros de tráfico, culpabilizando a los peatones y señalando la importancia de cumplir estas nuevas leyes.
Quizás la medida más retorcida pero efectiva fue crear vergüenza: se hacía burla de las personas que no cumplían las normas de tráfico, presentándolas como “tontas” o “inmaduras”, incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos. Algunas de las campañas ridiculizaron a los niños/as que no seguían las reglas. Cruzar la calle de forma indebida se presentaba no sólo como peligroso sino también como estúpido3.

Un cartel anti-jaywalking de 1937 como parte del Proyecto de Arte Federal de los Estados Unidos WPA. Wikimedia Commons
Pues bien, volvamos a la noticia:
A partir de febrero de este año 2024, los neoyorquinos ya no estarán infringiendo la ley al cruzar la calle fuera de los cruces peatonales. La Ciudad de Nueva York, donde el jaywalking ha sido ilegal desde 1958, ha decidido despenalizar esta práctica que, en realidad, es parte de la vida cotidiana de casi todos los residentes. La medida permitirá a los peatones cruzar las calles en cualquier punto, incluso fuera de los pasos designados y sin tener que seguir las señales de tráfico, es decir se podrá cruzar en rojo bajo la propia responsabilidad. Con esta nueva norma, la ciudad busca no solo adaptarse a la realidad de la movilidad urbana, porque en Nueva York mucha gente cruza de la calle de esa manera, sino también reducir las desigualdades raciales en la aplicación de multas. En 2023 más del 92% de las multas a peatones fueron emitidas a personas de origen afroamericano y latino4. Para muchos neoyorquinos, el cambio de ley parece ser una respuesta lógica a la forma en que realmente se vive en la ciudad. Con la despenalización del jaywalking, Nueva York se adapta a la realidad de sus calles y sigue avanzando hacia más derechos para los viandantes, recuperando el terreno perdido después de décadas de hegemonía del automóvil. La concejala Mercedes Narcisse, quien promovió el cambio, añade una reflexión interesante sobre este tema: “Las leyes que penalizan comportamientos comunes para el movimiento diario no deberían existir”.
Queda por ver si estas ideas cuajan también en España, ya que en la actualidad existe una restricción excesiva del uso de la calle para los viandantes, mientras que otros países de nuestro contexto geográfico ya han incorporado normativa y soluciones técnicas que favorecen el cruce peatonal fuera de los cruces establecidos, con el fin de reducir el efecto barrera de las calles.
La implantación de pasos peatonales “informales” con el fin de dar elementos de apoyo para que el paso peatonal sin prioridad sea más seguro, como por ejemplo a través del calmado del tráfico, estrechamientos puntuales, medianas continuas pisables, etc., es una medida que siempre hemos defendido para promover un uso más justo del espacio público de las ciudades.


Avenida con mediana pisable para favorecer la accesibilidad peatonal en Hamburgo (también el bordillo de las aceras está rebajado para facilitar el cruce transversal)5.
Es importante señalar que la medida no supone eliminar los pasos peatonales formalizados en los que los viandantes gozan de prioridad, ni mucho menos. Los pasos formalizados son necesarios para garantizar la seguridad vial y accesibilidad universal, mientras que los pasos informales son una oferta complementaria para reducir el efecto barrera que muchas veces representan las calles principales en la ciudad.
Para terminar, una reflexión sobre los titulares empleados de la prensa para referirse a la noticia:
La LAtimes por ejemplo dice “Nueva York legaliza cruzar calles fuera del paso peatonal”6 mientras que en la prensa española el lenguaje utilizado refleja el sesgo dominante: “Los turistas españoles quedan avisados si van a Nueva York: cruzar la calle de forma imprudente se legaliza”7.
Es decir, en la prensa española, como reflejo de la percepción dominante en la sociedad, se relaciona un cruce fuera de un paso peatonal como un paso imprudente, cuando suele ser justo al revés, si sabes que no tienes prioridad sueles extremar las precauciones. De hecho, en la mayoría de los casos de atropello, el peatón no comete ninguna infracción. Es decir, cruzar en un paso peatonal formalizado puede crear una sensación de falsa seguridad8.
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[2] The forgotten history of how automakers invented the crime of “jaywalking”. www.vox.com/2015/1/15/7551873/jaywalking-history
[3] Street Rivals. Jaywalking and the Invention of the Motor Age Street. Peter D. Norton
[5] https://www.dvr.de/fileadmin/downloads/Gute-Strassen/Osterstrasse_Hamburg.pdf
[8] Las principales cifras de la Siniestralidad de los Peatones, DGT. España 2021