MANIFIESTO PARA LA BUENA CONDUCCIÓN

(Apto para todas las personas que conducen un vehículo a motor)

por Màrius Navazo

La mayoría de calles están diseñadas para invitarme a correr cuando conduzco mi coche o moto -independientemente de si las señales de velocidad permiten correr mucho o no. De hecho, talmente como si las calles fueran meras autopistas o carreteras estrechas, su diseño invita a pensar que todo está bajo control y transmiten una falsa seguridad. Se obvia, así, que las calles son (tendrían que ser) el espacio natural por excelencia de la vida social (juego, encuentro, paseo, etc.), la cual no puede ser más que espontánea e impredecible. 

 

Ante esta realidad, a partir de ahora haré un acto de conciencia para forzar un cambio en nuestras calles. Y a pesar de que las calles me inviten a correr, mi velocidad será siempre lenta. En concreto, mi velocidad de circulación será fruto de una conducción que reconozca la incertidumbre de la vida que sucede en las calles y tendrá por objetivo que mi vehículo deje de ser el anfitrión para convertirse en un mero invitado que pasa con pudor y estorba lo mínimo posible a ciclistas y personas de la calle. 

 

Sabemos que el peligro que generan los vehículos a motor proviene de su gran masa y de las altas velocidades que pueden lograr. La combinación de ambos factores conlleva que fácilmente causen accidentes muy graves y mortales. Sabemos también que el riesgo es inherente a la vida y que no se puede eliminar por completo. Pero si bien podemos aceptar que pasen accidentes leves en nuestro acto cotidiano de ir por las calles, es inaceptable que ocurran accidentes graves y mortales. En este sentido, sabemos que una persona atropellada por un coche que circula a 50km/h tiene un 80% de probabilidades de morir, mientras que si el coche circula a 30km/h la probabilidad baja hasta el 10% y a 20 km/h hasta el 3%.

 

Por lo tanto, vista la importancia de la velocidad de circulación, y dado que no está en mis manos reducir la masa de los vehículos, me comprometo a actuar en aquello que sí que depende de mí: la velocidad de circulación de mi coche o moto. 

 

Por todo esto, mi cambio de actitud se concretará en los siguientes comportamientos:

1. En ningún caso rebasaré la velocidad máxima permitida. Si acaso, y según la presencia de personas en la calle, circularé más lentamente que el máximo permitido con el objetivo de contribuir a un ambiente calmado y agradable en nuestras calles. 

2. Tampoco infringiré otras normas de circulación que afectan directamente a las personas de la calle: aparcar sobre la acera, en un paso de peatones, etc.

3. Cuando vea un paso de peatones reduciré la velocidad y seguiré con el pie sobre el freno. Así, si fuera necesario frenar porque de golpe aparece una persona (ocultada por un contenedor, un coche aparcado, un árbol, o que sale corriendo de una tienda o de su casa) estaré a tiempo de cederle el paso. 

4. En los cruces con aceras estrechas, sin posibilidad de saber si vienen personas por detrás de la esquina, llegaré muy lentamente para que pueda frenar en caso de que aparezca alguien. Esta lentitud también tendrá la virtud de generar confianza (sonora) a todas las personas que se acercan a la esquina, estén a punto de cruzar o no.

5. Siempre que la situación lo requiera, especialmente cuando haya personas en los pasos de peatones, haré saber a los demás que han sido vistos por mí, reduciendo la velocidad a distancia, con calma y cortesía.

6. Al pasar cerca de personas, aunque estén en la acera, reduciré la velocidad. Especialmente si se trata de niñas y niños. Porque no puedo tener la certeza de qué harán. Y para que las personas no pasen miedo y puedan leer en mi reducción de velocidad que soy consciente del entorno por el que paso.

7. En los cruces semaforizados no pasaré muy rápido, aunque tenga el verde, o por temor que se ponga naranja. Los cruces (semaforizados o no) son el lugar de más riesgo y, por lo tanto, se tiene que generar el menor peligro con mi actitud. Reconozco que conseguir no acelerar para pasar un semáforo ¡será todo un reto!

 

En definitiva, esta será mi aportación a partir de hoy. Circularé lentamente, porqué como todo ser humano, me despisto y cometo errores. Así que mejor que los errores de circulación sobrevengan circulando lentamente. Además, mi actitud de conducción calmada obligará a los vehículos de detrás mío a circular también de manera diferente, convirtiendo mi acto en un agente de cambio. Cómo todos los cambios, este también requerirá de esfuerzo y de recaídas. A pesar de todo, me comprometo a que mi cambio sea lo más firme posible a través de los comportamientos explicados.

 

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