"Padres que lo ocupan todo": una investigación sobre violencia vicaria
por Begoña Pernas
En 2021, el Instituto de la Mujer de Castilla la Mancha encargó a gea21 un estudio sobre la violencia vicaria. El término había saltado al debate público por una triple vía: por un lado, los casos dramáticos de asesinatos de hijos/as por parte de progenitores en proceso de separación o divorcio; en segundo lugar, los avisos y denuncias de organismos internacionales al Estado español advirtiendo de que no se estaban garantizando suficientemente los derechos y la seguridad de los menores, como pasó en el caso de Ángela Carreño; las madres que escapaban con sus hijos y se negaban a cumplir el régimen de visitas querían alertar sobre esta realidad. Por último, una mujer famosa contó, ante una gran audiencia televisiva, cómo había perdido la relación con sus hijos por culpa de las maniobras y presiones de su ex pareja.
De pronto, los niños y niñas, que siempre habían estado ahí, se situaban en el foco. ¿Por qué no se había hablado más de ellos siendo tan evidente que crecían en hogares violentos? En parte, por el esfuerzo realizado desde hace veinte años para entender y explicar a la sociedad lo específico de la violencia que sufren las mujeres a manos de sus parejas y ex parejas, con la voluntad de diferenciarla de otras formas de maltrato o abuso en la familia. Pero también porque la posición actual de la infancia, su privatización y domesticación, facilita el olvido público de su experiencia y de su sufrimiento.
Ahora volvían con toda la fuerza de la evidencia: ¿cómo testigos sin duda, como objetos de chantaje, como instrumentos de venganza? A ese papel se refería el término “vicaria” para recordar, una vez más, que la violencia tenía como objeto a la mujer y solo utilizaba a los menores para alcanzarla y mantener la relación incluso después de la separación. De ahí la discutible asunción de muchas instancias de que la figura del maltratador “como padre” era algo diferente y separable de su comportamiento con su pareja.
Pero al avanzar en el análisis de las entrevistas y las fuentes secundarias, con la ayuda de los y las profesionales de igualdad de Castilla la Mancha, fuimos comprendiendo que los niños y niñas no eran solo testigos ni instrumentos para dañar o controlar a la madre. En las formas más severas de violencia, eran objeto de la violencia paterna en la misma medida en que lo era su madre, solo que esa violencia era muy difícil de detectar. Se basaba en la persuasión coercitiva, en la fusión narcisista y en la alienación del otro como sujeto autónomo, por lo que no era necesario con los menores usar la violencia física. Algunos padres lograban su adhesión y obediencia, aunque muchos niños y niñas terminaban rebelándose.
Eran por lo tanto víctimas de violencia como las madres, y merecían que la justicia tomara en consideración esa naturaleza para ayudarles a salir de una relación traumática y a recuperarse en la distancia. Partiendo de las posiciones históricas de la paternidad y de sus grandes transformaciones actuales, identificamos tres figuras de padres que usan la violencia, mostrando sus diferencias internas.
La razón no es otra que avanzar en el conocimiento teórico, pero también impulsar la reflexión de los operadores sociales y jurídicos para que reconozcan estos rasgos y maticen sus decisiones. El estudio completo puede descargarse y leerse aquí: