Lo mismo ocurre en el sistema Bicing de Barcelona, en el que tres cuartas partes de los usos se realizan en bicicletas eléctricas, a pesar de que solo la mitad de la flota puesta en uso sea de pedaleo asistido.

Un ejercicio observacional, realizado a lo largo de las últimas semanas, sugiere que las bicicletas de pedaleo asistido representan ya en Madrid más de dos terceras partes del total de los desplazamientos ciclistas cotidianos. Téngase en cuenta que todo el sistema de bicicleta pública es eléctrico y que el reparto de comidas en bicicleta está electrificado en al menos un 80%. Si se añaden a esas cifras las correspondientes a los patinetes eléctricos, se puede estimar que la parte no electrificada de la micromovilidad en la ciudad de Madrid es inferior al 25% del total.

A la vista de todo ello cabe preguntarse qué papel va a jugar la bicicleta convencional al final de esta década en la movilidad urbana cotidiana, sobre todo en determinadas ciudades con topografías onduladas, con distancias grandes o en donde las condiciones climáticas y del tráfico son más hostiles y la bicicleta eléctrica ofrece algunas ventajas comparativas.

¿Será un colectivo nostálgico el que siga empleando la bicicleta convencional para los desplazamientos en algunas ciudades? ¿Seguirá abierta la brecha social entre el ciclismo eléctrico y las personas que emplean los patinetes eléctricos? ¿Conseguirá la suma de bicicletas convencionales y eléctricas sustituir al automóvil en distancias medias? ¿Se calmará el tráfico lo suficiente como para que las bicicletas convencionales y no solo las eléctricas convivan en las calles con los vehículos motorizados? ¿O serán las bicicletas eléctricas una excusa para que la velocidad de referencia sea más alta?

No se trata de un futuro distópico, al estilo de la genial novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, escrita en 1968 por Phillip K. Dick y llevada al cine por Riddle Scott con el título Blade Runner, pero si un futuro distinto. Quizás los humanos podamos seguir encontrando en los próximos años razones y emociones para soñar también las bicicletas convencionales, comprendiendo que no siempre más velocidad y menos esfuerzo es mejor.